Hoy, después de tanto tiempo, cuando alguien me dijo “soltalo”, me dí cuenta que no puedo más tenerte acá conmigo, creo fue el peor momento desde tu partida y que aquella persona, la cual aprecio, tiene razón: debo dejarte ir…
Pensándote, con éste sentimiento de estar a punto de saltar al vacío te leí en cada carta, te escuché en cada canción, te miré en cada foto, te sentí en cada aroma, te sostuve entre mis manos y así te dejo partir…
Te dejo partir para que seas vuelo en cada ave, fuerte y audaz como el cóndor, repiqueteándole al viento libertad y adrenalina.
Te dejo partir para que seas hierba fresca que crece en tierra fértil y se expande, que atrae y es simple y libre y siempre crece desenfrenadamente hacia el sol.
Te dejo partir para que sumerjas en cada árbol tus ánimos de vida, tu locura en cada hoja, para que al rayo del sol y la braveza del viento suene tu voz en cada murmullo.
Te dejo partir para que seas llamarada que enciende cada día al sol, que se refleja en la luna y contrasta con cada estrella, que ilumina los caminos desérticos y oscuros que conducen a la luz.
Te dejo que seas luna, mi luna, que al resplandecer de cada día esté presente y al arrivar la noche me envuelva con su luz de tu amor, que pase inadvertida, pero me ayude a tenerte presente en cada paso con el norte hacia el mañana.-